La próxima Conferencia de las Partes (COP30), que se realizará en Belém do Pará en noviembre, representa un momento decisivo para América Latina y el Caribe (ALC), no solo porque la región será sede de la cumbre climática más importante del planeta, sino porque llega a ella con una posición única: una matriz energética más limpia que el promedio global, un vasto potencial de recursos naturales estratégicos y una convicción creciente de que el desarrollo sostenible debe ser el eje de su futuro.
ALC tendrá un papel prominente en esta Cumbre, especialmente en materia energética, donde se han dado pasos significativos en la reducción de los niveles de GEI debido a los procesos de descarbonización que se desarrollan en el sector.
A diez años del Acuerdo de París, nuestra región exhibe importantes logros: i) las energías renovables en la producción eléctrica en ALC pasaron del 53% en 2015 al 70% en 2025, ii) por lo que el sector disminuyó considerablemente su huella de carbono (40%) de 276 kg CO2/MWh a 172 kg CO2/MWh en una década, y iii) como consecuencia de ello, el sector energético en la región representa el 44% del total de las emisiones de GEI, frente al 70% del promedio mundial.
Sin embargo, algunos desafíos aún persisten en la región. En primer lugar, la integración: nuestros sistemas energéticos fueron diseñados en autarquía. Una mayor integración permitirá escalar la eficiencia de nuestra infraestructura de generación, generando así un círculo virtuoso de inversión en energía renovable. La generación de base, sea nuclear, geotérmica o fósil a su vez, si se piensa como infraestructura regional funcionará como pilar para una multiplicación del proceso, garantizando la seguridad en el marco de la transición. Por otro lado, los esfuerzos en la demanda son fundamentales; debe continuarse apostando decididamente por la descarbonización de sectores clave como la industria y el transporte. Así, impulsar la electrificación, que hoy representa el 19% del consumo de energía, implica reducir las emisiones fósiles.
Otras líneas para avanzar en las metas corresponden al fortalecimiento de la infraestructura energética para garantizar servicios confiables y evitar pérdidas; contar con sistemas de almacenamiento mejorando la infraestructura y la digitalización de los procesos; así como profundizar el itinerario de desarrollo de los nuevos combustibles. La planificación conjunta será una dimensión clave para todos estos esfuerzos.
Desde OLADE observamos este encuentro con esperanza y responsabilidad. ALC puede ser protagonista de la transición energética mundial, no solo por sus reservas de litio, cobre o recursos renovables, sino porque ha demostrado que es posible crecer con energía más limpia, equitativa y segura. El desafío ahora es consolidar esa ventaja comparativa en una verdadera estrategia regional que combine integración, financiamiento, innovación tecnológica y justicia social. No solo tenemos la matriz energética menos carbónica y el sumidero de carbono que sostiene el balance geofísico global; si logramos los acuerdos necesarios, podemos brindar soluciones para la descarbonización global. Somos una solución regional.
La COP30 será una vitrina para mostrar los avances, pero también una plataforma para reivindicar un nuevo pacto de cooperación internacional. Nuestra región necesita acceso justo al financiamiento climático, transferencia tecnológica efectiva y reglas globales que reconozcan los esfuerzos realizados por los países en desarrollo. Se trata de construir alianzas justas que aceleren la descarbonización global sin comprometer el desarrollo humano.
En ese sentido, debemos continuar impulsando una agenda común que fortalezca la voz latinoamericana y caribeña en las negociaciones internacionales. Promovamos una transición energética justa, que tenga en cuenta las realidades sociales, las capacidades institucionales y las necesidades de inversión de cada país. Trabajemos también para consolidar un mercado regional de energía más interconectado y resiliente, que aproveche las complementariedades entre nuestras naciones.
La COP30 nos da la oportunidad de reafirmar que la energía no es solo un insumo económico, sino el corazón del desarrollo sostenible. Lograr una transición ordenada implica garantizar el acceso universal, fortalecer la seguridad energética y avanzar hacia sistemas más eficientes y limpios.
Belém debe ser el punto de partida de una década de acción climática regional. ALC tiene todo para liderar un modelo energético sostenible, inclusivo y propio. La COP30 puede y debe ser el momento en que el mundo reconozca el papel estratégico de nuestra región en la lucha contra el cambio climático.
Andrés Rebolledo
Secretario Ejecutivo
Organización Latinoamericana de Energía - OLADE